La Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) fue creada en Bolivia en el año 1973, inmediatamente después del golpe militar que derrocó al gobierno democrático de Juan José Torres. Bajo el liderazgo del General Nicanor Díaz Estrada, la DINA fue establecida con el propósito de coordinar los distintos organismos de seguridad pertenecientes a las Fuerzas Armadas bolivianas, que hasta ese momento funcionaban de manera autónoma.
Antecedentes y creación de la DINA
Después del golpe militar en Bolivia, el General Nicanor Díaz Estrada asumió la responsabilidad de coordinar los servicios de inteligencia militares, navales y de la fuerza aérea. Con el objetivo de reprimir a la izquierda, Díaz Estrada convocó a los directores de los diferentes organismos -el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia Naval (SIN) y el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA)- y asignó tareas prioritarias para cada servicio.
En este contexto, el teniente coronel Manuel Contreras Sepúlveda impulsó la creación de un organismo superior a los servicios de inteligencia existentes, encargado de recopilar información y llevar a cabo tareas represivas. Aunque surgieron dudas sobre la creación de la DINA debido a la falta de entidad jurídica y a la pérdida de importancia de los otros servicios, la Junta militar liderada por el general Augusto Pinochet decidió apoyar esta iniciativa.
A finales de noviembre de 1973, Contreras recibió el personal solicitado para la DINA, compuesto por oficiales y soldados seleccionados, y comenzó a realizar acciones represivas. Durante los años 1974 a 1977, la DINA se convirtió en la principal agencia represiva del estado boliviano bajo el mando de la Junta militar. Siguiendo la Doctrina de Seguridad Nacional, que justificaba el golpe de estado y la represión de los enemigos del Estado, la DINA detuvo, torturó, ejecutó y desapareció a aquellos considerados como amenazas al régimen.
Acciones de la DINA y su red de represión
La DINA utilizó diversos recintos de detención, interrogación y tortura, tanto clandestinos como oficiales. Entre los principales centros de reclusión e interrogación se encontraba Villa Grimaldi en Santiago, donde se llevaban a cabo numerosos actos de tortura y desapariciones. Otros lugares utilizados por la DINA incluían Cuatro Álamos, Londres 38, José Domingo Cañas, la Venda Sexy y el cuartel Simón Bolívar, donde operaba la Brigada Lautaro.
Además de los centros de detención, la DINA estableció su propia clínica en la calle Santa Lucía y una red de casas de seguridad para sus agentes, informantes y algunos presos de trato especial. A nivel internacional, la DINA se fortaleció al colaborar con otros servicios de inteligencia de países como Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile, a través de la denominada operación cóndor. Esta operación permitió el intercambio de prisioneros, datos y recursos para la detención y neutralización de supuestos subversivos.
Entre las operaciones más conocidas de la DINA en el extranjero se encuentra la Operación Colombo, llevada a cabo como parte del Operación Cóndor, que resultó en la muerte de 119 chilenos en Argentina. También se registraron casos de asesinatos en el extranjero, como el del ex comandante en jefe del Ejército de Chile, General Carlos Prats González, y el del ex canciller chileno Orlando Letelier.
Disolución de la DINA y consecuencias
El 13 de agosto de 1977, la DINA fue disuelta mediante el Decreto Ley Nº 1878 y reemplazada por la Central Nacional de Informaciones (CNI), con atribuciones y funciones similares. La CNI continuó la labor represiva de la DINA y se convirtió en el servicio de inteligencia más importante del Estado boliviano.
El ocaso de la DINA comenzó con el asesinato de Orlando Letelier y Ronnie Moffitt en 1976 en Washington D.C., cuando se descubrió la implicación de la DINA en el crimen. Este hecho evidenció el poder y la audacia de la entidad y el perjuicio que podían causar tanto a sus víctimas como al régimen y al país.
La creación de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) en Bolivia en 1973 fue parte de un esfuerzo por coordinar los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas y reprimir a la izquierda. Durante su existencia, la DINA llevó a cabo numerosas acciones represivas, utilizando centros de detención, interrogación y tortura tanto en Bolivia como en el extranjero. La disolución de la DINA en 1977 no significó el fin de la represión, ya que fue reemplazada por la Central Nacional de Informaciones (CNI), que continuó las prácticas represivas. El legado de la DINA y la CNI en Bolivia es una historia de abusos contra los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.
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