En medio de la pandemia, se ha observado una disminución en la esperanza de vida. Sin embargo, hay otro problema igualmente preocupante y que se ha discutido mucho menos: una reciente disminución en el coeficiente intelectual (CI) promedio. Esta es la primera vez que el CI está disminuyendo desde que se inventó la prueba de inteligencia en 190Como especie humana, es posible que estemos volviéndonos más tontos.
A pesar de las críticas y limitaciones (según su propio inventor, el CI no evalúa completamente el intelecto), esta medida de inteligencia se ha utilizado ampliamente y sigue correlacionada con los resultados educativos posteriores. Los puntajes de CI han aumentado constantemente, un fenómeno conocido como el efecto flynn, en tres puntos de CI o más por década. Hasta ahora.
Dos estudios recientes, uno realizado por la Universidad de Brown y otras cinco universidades, y otro por la Universidad de Columbia, han concluido que el desarrollo cognitivo está disminuyendo. Han encontrado que los bebés nacidos durante la pandemia han perdido 22 puntos de CI, o el equivalente a 70 años de ganancias de CI. El impacto es más pronunciado en niños y en niños de familias de bajos ingresos.
¿Cómo podemos medir el CI en los bebés?
Investigadores de la Universidad de Brown y del Rhode Island Hospital utilizaron una metodología llamada Escalas Mullen de Aprendizaje Temprano. Evaluaron el desarrollo cognitivo y motor de 700 niños de entre 3 meses y 3 años, utilizando pautas apropiadas para cada etapa del desarrollo. Luego, convirtieron esos puntajes en números de CI.
Ya había señales antes de la pandemia de que el CI podría estar disminuyendo, pero esta magnitud de la caída es sin precedentes.
¿Por qué está disminuyendo el CI?
La verdad es que todavía no sabemos exactamente por qué el CI promedio está disminuyendo. Hay cuatro hipótesis sólidas:
- Estrés de los padres. Existe una relación bien estudiada entre el estrés materno durante el embarazo y un menor desarrollo cerebral en los niños. Las dificultades de salud y económicas relacionadas con la COVID-19 han aumentado el estrés durante el embarazo y para los padres de niños pequeños. Esto probablemente ha tenido un impacto negativo en los cerebros de los fetos y los recién nacidos.
- Los padres pasan más tiempo en línea. Según el Pew Research Center, tres de cada cuatro padres han estado más tiempo en línea desde que comenzó la pandemia, y casi un tercio de los adultos informa que ahora están en línea casi constantemente . Esto podría tener implicaciones negativas para el desarrollo infantil.
- Mayor aislamiento social. Otro factor probable es el aumento del aislamiento social de las familias y los bebés durante la pandemia. Esto se ha relacionado con resultados cognitivos y de salud negativos.
- Uso de mascarillas. En 1975, el psicólogo infantil Edward Tronick realizó el famoso experimento de la cara inmóvil . Cuando las madres se vuelven inexpresivas, los bebés se ponen más inquietos. Algunos incluso comienzan a llorar. ¿Podría tener un efecto similar en los bebés el hecho de que los nuevos padres lleven mascarillas? Tronick y un colega repitieron el experimento durante la pandemia y encontraron que esto NO afectó el neurodesarrollo de los bebés. Sin embargo, otros científicos aún están examinando esta pregunta.
De esas cuatro hipótesis, se cree que el estrés de los padres juega un papel importante.
¿Qué podemos hacer al respecto?
La buena noticia es que la inteligencia no es fija. Décadas de investigaciones publicadas han demostrado que el CI puede aumentar a lo largo de la vida. Por ejemplo, se han encontrado grandes aumentos en el CI en niños autistas cuando se les expone a intervenciones conductuales intensivas desde una edad temprana. La palabra mágica es temprano.
Los cerebros de los bebés están programados para aprender, pero dependen de interacciones humanas críticas durante los primeros años de vida para desarrollarse. Esto es una espada de doble filo. El desarrollo cerebral se acelera a través de relaciones de crianza. Por otro lado, el abandono o el abuso obstaculizan el crecimiento.
El Congreso está evaluando políticas que podrían afectar positivamente el desarrollo cerebral de los niños pequeños, comenzando con la licencia parental remunerada para los padres que trabajan. Se ha demostrado que una licencia de maternidad remunerada de tres meses está relacionada con un mayor desarrollo cerebral en los bebés. Cualquier medida que alivie la pobreza familiar también tiene un impacto positivo en el desarrollo cerebral de los niños. Además de los créditos fiscales por hijos, el financiamiento de cuidado infantil y preescolar también podría ayudar. El acceso a un cuidado infantil de calidad se ha relacionado con una disminución del estrés de los padres. El impacto del cuidado infantil en el cerebro de los niños es más complejo y depende de la calidad. En Noruega, el cuidado infantil de calidad ha llevado a ganancias cognitivas.
Más allá de las políticas, las prácticas de crianza responsivas son esenciales. Necesitamos dejar los dispositivos y minimizar las distracciones digitales. La Academia Americana de Pediatría ha llamado recientemente a centrarse más en la salud relacional. Los empleadores también pueden desempeñar un papel de apoyo. Según un estudio de McKinsey, casi la mitad de las empresas han aumentado el apoyo a los empleados con hijos desde 2020. Los preescolares centrados en las relaciones también pueden ayudar a aumentar el CI. Enfoques intergeneracionales, como un cuerpo de cuidado formado por un millón de adultos mayores, también podrían ser parte de la solución.
La supervivencia de nuestra especie humana depende de que nos volvamos más inteligentes y más conectados, no más tontos y más aislados. Es hora de contrarrestar los efectos negativos de los últimos dos años en el CI y construir los cerebros de nuestros bebés hacia un futuro más brillante.
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