El estrés: impacto en el cerebro y cómo reducirlo

El estrés es una parte normal de la vida humana y ha sido seleccionado evolutivamente como una respuesta para enfrentar amenazas ambientales que ponen en peligro nuestra supervivencia. En el pasado, el estrés era necesario para obtener alimentos, reproducirse y encontrar refugio. Sin embargo, en la sociedad actual, la mayoría de estas necesidades están cubiertas y las fuentes de estrés son principalmente de tipo social, como las demandas laborales y familiares y el ritmo de vida acelerado.

En la actualidad, la pandemia de COVID-19 ha aumentado el estrés social debido a la incertidumbre sobre el futuro, la salud y la situación económica. El confinamiento y la carga de trabajo adicional, como el teletrabajo y el apoyo escolar de los hijos, también han contribuido al aumento del estrés. Estas circunstancias pueden generar respuestas negativas de estrés, y su impacto en la salud, especialmente en el cerebro, dependerá de la percepción individual.

Índice
  1. El impacto del estrés en el cerebro
  2. El estrés y la depresión
  3. Cómo reducir las consecuencias del estrés

El impacto del estrés en el cerebro

Cuando nos encontramos en una situación de estrés que percibimos como impredecible e incontrolable, se produce un aumento de la hormona del estrés, el cortisol. Aunque el cortisol es necesario para regular numerosas funciones en el cuerpo, cuando se rompe el equilibrio hormonal, puede alterar genes que afectan al sistema inmunológico y a la neuroplasticidad.

La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a nuevas experiencias. Gracias a ella, podemos aprender de situaciones nuevas y enfrentarnos a circunstancias adversas. Sin embargo, el estrés reduce la neuroplasticidad y afecta a nuestra capacidad para enfrentar problemas.

Además, el estrés provoca inflamación en el organismo, similar a la que se produce durante una infección. Esto incluye al cerebro, que puede sufrir cambios que dan lugar a trastornos neuropsiquiátricos como el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad y la depresión.

El estrés y la depresión

La depresión será una de las pandemias con las que tendremos que convivir en los próximos años. La disminución de la plasticidad nerviosa debido al estrés reduce la capacidad de una persona para enfrentar los desafíos de la vida y le proporciona menos recursos para lidiar con los problemas cotidianos. Esto puede llevar a un estado de desesperanza.

Además, los síntomas del estrés, como el cansancio y la falta de energía, pueden ser similares a los de la depresión. Por lo tanto, no es sorprendente que el estrés pueda provocar depresión.

Además de la depresión, la exposición al estrés también puede afectar el inicio y el curso de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, que se relacionan con alteraciones inflamatorias y de la plasticidad nerviosa, las mismas que induce el estrés.

Cómo reducir las consecuencias del estrés

Aunque el panorama puede parecer desalentador, existen estrategias que pueden ayudar a reducir las consecuencias del estrés. El ejercicio físico, una alimentación equilibrada, los apoyos sociales y la meditación son algunas de las estrategias recomendadas.

El ejercicio físico ayuda a liberar endorfinas, que son hormonas que mejoran el estado de ánimo y reducen el estrés. Una alimentación equilibrada proporciona los nutrientes necesarios para mantener el cerebro y el cuerpo saludables. Los apoyos sociales, como el contacto con amigos y familiares, pueden brindar consuelo emocional y apoyo práctico. La meditación es una práctica que puede ayudar a reducir el estrés y promover la relajación.

El estrés puede tener un impacto negativo en el cerebro y la salud en general. Sin embargo, la percepción individual del estrés y las estrategias utilizadas para hacerle frente pueden influir en sus consecuencias. Al adoptar hábitos saludables y buscar apoyo social, es posible reducir los efectos negativos del estrés y utilizarlo como una oportunidad para desarrollar la inteligencia emocional y la resiliencia.

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