Sofocracia: el gobierno de los sabios y la búsqueda del poder

Decía Platón, en su República, que en el gobierno de un barco no debería decidir ni el más fuerte, ni el más rico, ni el más popular, sino aquel que conociera el camino y los métodos de navegación. De forma análoga, en las ciudades no deberían gobernar otros que no fueran los filósofos; siendo la Sofocracia, el gobierno de los sabios, claramente superior a la tiranía, la plutocracia o la democracia.

Y coincido con Platón en que, si realmente hubiera sabios, esta es la forma de gobierno que preferiría. Aunque sospecho que los sabios, si los hubiera, no estarían interesados en el poder y, por lo tanto, no se exhibirían ni se postularían para ejercerlo. Así que, si quisiéramos que nos gobernasen, tendríamos que buscarlos, que aprender a reconocerlos. Pero, en esta búsqueda, ¿quiénes deciden quién es sabio y quien no?

Índice
  1. La sabiduría en la no acción
  2. El problema de los expertos
  3. Alternativas de gobierno
  4. Formando a los dirigentes

La sabiduría en la no acción

Se dice en el Tao que el sabio es el que practica la no acción. Lo que no significa que sea más sabio aquel que menos hace; sino el que hace más con el menor esfuerzo, obrando en armonía con el universo. Por la no acción nada se deja sin hacer. A lo largo de este libro, también se instruye a los gobernantes sobre la forma sabia de regir:

con rectitud se gobierna el estado. con sagacidad se lucha en la guerra. con la no-acción se conquista el entorno.

Un texto que, en cierto modo, contiene algunas de las ideas centrales del anarquismo. Algo tan lejano como el que los sabios lleguen a gobernar. Aunque, se podría decir que, en ausencia de sabios, la Tecnocracia, el poder en manos de los expertos, sería la forma de gobierno que más se le aproxima. Al fin y al cabo siempre será mejor que al frente del país esté alguien con un currículo brillante, con méritos constatados, tanto en el sector público como en el privado, a que lo esté otro con un historial mediocre pero que ha tenido la habilidad de llegar hasta las esferas más altas del poder. Parece preferible que el país lo gobiernen economistas, científicos, ingenieros y administradores de renombre a que tomen las decisiones personas que no tienen conocimientos sobre lo que deciden.

El problema de los expertos

Ya se han intentado gobiernos de este tipo, basados en la racionalidad y la eficacia; por ejemplo, el de Mario Monti, en Italia, o el de Lucas Papademos, en Grecia, o los sucesivos gabinetes de ministros del franquismo de los años 60. Vistos estos países en la actualidad, parece que fueron intentos fallidos, o que no es suficiente con obtener unos buenos resultados económicos.

El problema de los expertos es que no son sabios. Un experto conoce casi todo lo que hay que saber sobre su parcela, pero sabe poco o casi nada de la totalidad. Y los problemas complejos, como es el de gobernar, no se resuelven con soluciones parciales, por muy complicadas que puedan llegar a ser.

Es de suponer que el sabio no lo sabe todo, es más, concede poca importancia a su sabiduría, ya que cuanto más conoce mayor es su desconocimiento; aún así, y precisamente por eso, sabría elegir a los más adecuados y escuchar sus opiniones.

Alternativas de gobierno

Ahora que la democracia está en entredicho, por lo que tiene de oclocracia o gobierno de la turba, están ganando popularidad antiguas alternativas de gobierno, casi todas ellas, si no todas, ya ideadas o sufridas por los antiguos griegos. Y algunas de ellas, por lo que tienen de novedoso o de no probado, pueden parecer válidas o sugerentes, incluso la estococracia, el gobierno por sorteo.

Tanto en esta como en la Sofocracia, el poder no lo ejerce el que lo quiere sino el que le corresponde en ese momento. Salvo que en un caso es por responsabilidad y en el otro por azar, con el matiz de que, como a cualquiera le puede tocar, todos tienen que estar preparados para ejercerlo.

cracia en la que mandan los inteligentes - Cómo se llama la forma de gobierno

Formando a los dirigentes

Y se puede imaginar una sociedad que tenga como prioridad formar a sus dirigentes. No se puede enseñar a ser sabio, pero se puede proporcionar un entorno y una forma de educación en la que sea más fácil que la sabiduría se desarrolle. Mejorando la preparación general de la población, educando a todos y cada uno como se educa a las élites, sin duda mejoraría la calidad de los que toman las decisiones, aunque la mayoría de los ciudadanos no llegara jamás a gobernar.

Así, puede que no lleguen a formarse sabios, pero sí personas que no necesitan que las gobiernen.

Si quieres conocer otras notas parecidas a Sofocracia: el gobierno de los sabios y la búsqueda del poder puedes visitar la categoría Inteligencia.

Subir