En los últimos años, el término inteligente se ha convertido en un adjetivo indispensable para describir cualquier proceso que aspire a ser relevante. Y como señala acertadamente Glancy (2015), las ciudades inteligentes requieren de un transporte inteligente.
El objetivo del transporte inteligente
El concepto principal detrás del término inteligente es la interconexión estricta y continua entre la infraestructura y los vehículos, basada en la adopción masiva de nuevas tecnologías que reducirán, e incluso evitarán, la intervención humana en la conducción de vehículos o en el control y gestión de los flujos de tráfico.
Si bien las infraestructuras modernas actuales se conocen como infraestructuras inteligentes debido a la adopción de Sistemas de Transporte Inteligente (ITS) que operan de manera vertical, es decir, favoreciendo la interconexión entre la infraestructura y los vehículos dentro de un modo de transporte específico (como por ejemplo, las señales de mensajes dinámicos ya instaladas en muchas autopistas o carreteras interestatales que permiten a los conductores cambiar su comportamiento de acuerdo al nivel de servicio de la infraestructura que están utilizando), la próxima etapa evolutiva se caracterizará por un aumento dramático de la tecnología tanto en las infraestructuras como en los vehículos, lo que permitirá la integración total de las diferentes modalidades de transporte.
Esta integración vertical modal, es decir, una estrecha conexión entre la infraestructura y los vehículos, es un hecho para los ferrocarriles. De hecho, los trenes metropolitanos automatizados son una realidad y las vías férreas más avanzadas, como las redes de alta velocidad, dependen en gran medida de la tecnología, ya que los trenes adaptan su velocidad en función de la información que reciben instantáneamente de las vías férreas, y si el conductor del tren no cambia la velocidad de acuerdo con el mensaje recibido, la locomotora lo hará automáticamente. Así es como opera el Sistema Europeo de Gestión del Tráfico Ferroviario (ERTMS) a través del intercambio de información entre la locomotora y las vías utilizando el sistema de radio GSM. Este sistema, u otros similares, se adoptarán progresivamente en todas las redes ferroviarias.
Los otros modos de transporte seguirán el mismo camino, e incluso irán más allá. En particular, el sistema de carreteras ha acelerado recientemente este proceso. Junto con el desarrollo de vehículos eléctricos, los fabricantes de automóviles han invertido mucho en ITS, lo que permite a los conductores ser más conscientes de su conducción (verificar la presencia de peatones, detectar los puntos ciegos, medir la distancia con los vehículos delanteros, etc.), todo ello enfocado a la introducción de automóviles y camiones completamente automatizados. Muchika et al. (2013) consideran que la llegada de los vehículos automatizados representará una tecnología disruptiva en el futuro, al igual que lo fue la llegada de los ferrocarriles en la primera mitad del siglo XIX y la motorización en el siglo XX.
Beneficios del transporte público inteligente
Existen varios posibles beneficios derivados de este escenario futuro. En primer lugar, cuando los sistemas de transporte terrestre, como las carreteras y los ferrocarriles, sean operados por vehículos automatizados, se espera que la tasa de incidentes y fatalidades disminuya drásticamente. Al mismo tiempo, al ser los flujos de tráfico más homogéneos, la capacidad de la infraestructura aumentará sin necesidad de expandir físicamente la infraestructura, es decir, sin solicitar (adicionales) terrenos (Bagloee, Tavana, Asadi y Oliver, 2016). Este resultado también se verá favorecido por un mayor uso del transporte público para las necesidades de movilidad urbana, gracias a una mejora en la eficiencia de los servicios públicos y la sustitución de parte de la demanda de transporte actual por formas de movilidad digital y un amplio uso de formas compartidas de movilidad. Esto, a su vez, también tendrá efectos positivos en el medio ambiente.
En este escenario futuro caracterizado por un sistema de transporte sin conductor, en el que incluso la ruta de transporte se selecciona automáticamente para minimizar el costo de transporte generalizado (basado en datos en tiempo real y no en un escenario predefinido como ocurre actualmente con la mayoría de los navegadores de automóviles), el valor del tiempo invertido en viajar cambiará por completo debido a la posibilidad real de utilizar el tiempo de viaje para diferentes propósitos, como el ocio, el trabajo o cualquier otra actividad.
Además, los efectos más importantes podrían derivarse de la interconexión de las infraestructuras. Un enfoque integrado (en lugar de sectorial) de las infraestructuras contribuirá a optimizar la inversión en capacidad adicional, redistribuyendo los flujos de tráfico teniendo en cuenta las externalidades (especialmente los efectos ambientales) y al mismo tiempo utilizando de manera óptima la capacidad de transporte disponible. Esto definitivamente debería aumentar la intermodalidad gracias a la elección del modo de transporte y la ruta de transporte adecuados en función de las condiciones de infraestructura y servicio existentes cuando aumenta la demanda de transporte. Estos efectos positivos requieren un cambio completo en el enfoque de los problemas de infraestructura de transporte hacia una mayor coordinación entre modos (o sectores) y una política única para transformar los sistemas de transporte actuales en un sistema de sistemas (Hickford et al., 2015). En este escenario, lo que se conoce como sincromodalidad podría hacerse realidad, lo que implica que la elección del modo de transporte o vehículo a utilizar para el transporte de carga se basa en el conjunto de vehículos o modos disponibles en tiempo real, es decir, en el mismo momento en que surge una demanda de transporte. La sincromodalidad debería optimizar los compromisos entre los aspectos de calidad y costo de múltiples modalidades añadiendo flexibilidad a la cadena de suministro (Tavasszy, Behdani y Konings, 2015).
La inversión necesaria para el transporte público inteligente
El sistema infraestructural actual requiere una gran inversión para lograr este escenario plausible, en particular en Tecnología de la Información y las Telecomunicaciones (TIC), para estar preparado para satisfacer la creciente demanda de transporte y aprovechar sus beneficios potenciales.
El aumento de la demanda de transporte se puede enfrentar no solo con más infraestructura, sino sobre todo con una infraestructura de mejor calidad.
Consultas habituales
- ¿Cuál es la definición de transporte público inteligente?
El transporte público inteligente se refiere a la interconexión continua entre la infraestructura y los vehículos, utilizando tecnologías avanzadas para reducir la intervención humana en la conducción y en la gestión del tráfico.
- ¿Cuáles son los beneficios del transporte público inteligente?
Algunos de los beneficios incluyen una disminución en los incidentes y fatalidades, un aumento en la capacidad de la infraestructura sin necesidad de expansión física, un mayor uso del transporte público y efectos positivos en el medio ambiente.
- ¿Cuánta inversión se requiere para implementar el transporte público inteligente?
Se necesita una inversión significativa, especialmente en Tecnología de la Información y las Telecomunicaciones (TIC), para satisfacer la creciente demanda de transporte y aprovechar los beneficios potenciales.
El transporte público inteligente representa la próxima revolución en el entorno del transporte. Con la interconexión continua entre la infraestructura y los vehículos, impulsada por tecnologías avanzadas, se espera una mejora significativa en la eficiencia, seguridad y sostenibilidad del transporte. Si bien todavía queda mucho por hacer en términos de inversión y desarrollo de infraestructuras, el futuro del transporte público inteligente se vislumbra prometedor. Estamos en el umbral de una nueva era de transporte, donde la tecnología y la innovación jugarán un papel fundamental en la creación de ciudades más inteligentes y eficientes desde el punto de vista del transporte.
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