En el entorno actual, la guerra psicológica se ha convertido en el principal método de combate. Los diferentes poderes, ya sean políticos o económicos, luchan por colonizar la mente de las personas. Si logran este objetivo, tienen vía libre para ampliar su poder de manera ilimitada.
¿Qué es la guerra psicológica?
La guerra psicológica es el nombre que se le da a un conjunto de acciones destinadas a destruir moral, emocional o simbólicamente al adversario en el marco de una confrontación. Esta práctica, que se ha empleado desde tiempos remotos, es considerada una estrategia milenaria.
El estratega chino Sun Tzu propuso la idea de vencer al enemigo en guerra sin disparar un arma, en su famosa obra el arte de la guerra. El propio Genghis Khan utilizó numerosas tácticas de guerra psicológica que resultaron altamente eficaces.
Actualmente, la guerra psicológica se ha manifestado en forma de propaganda y se emplea no solo en situaciones de guerra formal, sino también en diferentes ámbitos como la política, la religión, la familia y las relaciones interpersonales.
Las bases de la guerra psicológica
La doctrina de defensa de los Estados Unidos incluye capítulos enteros dedicados a la guerra psicológica. Según esta, los principales objetivos de la guerra psicológica son:
- Destruir la voluntad y la capacidad de combatir del enemigo.
- Privar al adversario del apoyo de sus aliados.
- Incrementar la moral de las propias tropas y su voluntad de vencer.
Tanto en la época de Hitler como en la actualidad, se requiere de un poderoso sistema de propaganda para lograr estos objetivos. En el pasado, los nazis ejercieron un control absoluto sobre los medios de comunicación, utilizándolos a su favor. Aunque hoy en día se promueva la democracia y la libertad de prensa en Occidente, en la práctica esto no siempre se cumple.
La conquista de los cerebros
Tanto gobiernos como grupos ilegales han utilizado el terrorismo como medio para lograr sus objetivos. En ambos casos, se promueve la idea de un enemigo radicalmente malvado e inhumano. Esto lleva a catalogar a los líderes enemigos como dictadores locos en el caso de Estados Unidos, y a referirse al gobierno como imperialista y demoníaco desde las perspectivas enemigas.
Además, tanto gobiernos como grupos ilegales han recurrido al ataque contra la población civil como una forma de guerra psicológica. Este tipo de guerra, conocida como guerra de cuarta generación, consiste en victimizar a los civiles para generar miedo y lograr que se pongan del lado del agresor. Con esto se busca retirar el apoyo al adversario y conquistar a la población.
Recientemente, durante las protestas en Ecuador, Chile y Colombia, se utilizaron tácticas de guerra psicológica a través de las redes sociales. Se difundieron mensajes que generaron miedo entre la población, como la presencia de vándalos que entraban en las casas para robar. Esto llevó a que las personas llamaran a la policía y, en muchos casos, recibieran a los agentes como héroes, olvidando los abusos cometidos durante las protestas.
La guerra en la vida cotidiana
La guerra psicológica también se encuentra presente en la vida cotidiana. Se puede observar cuando se culpa a los pobres de su pobreza o a los desempleados de su situación laboral. En el fondo, se transmite un mensaje autoritario que busca sofocar cualquier posible protesta por parte de aquellos que se encuentran en situación de desamparo.
Además, existe una guerra psicológica de géneros, donde hombres y mujeres descalifican prejuiciosamente al otro sexo para someterlo a sus propios códigos. También se puede observar cuando se impone un modelo de vida y éxito al que se debe ajustar para evitar ser objeto de descalificaciones.
Vivimos en una época en la que nuestra mente se ha convertido en el principal objetivo de guerra. Aquellos que logran dominar nuestras mentes, dominan el entorno y tienen el camino expedito para llevar a cabo cualquier acción con la complicidad general. La lectura, la reflexión y la meditación son herramientas poderosas para protegernos de esta contaminación.
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