Los test de inteligencia no son fiables: ¿qué tan confiables son?

Los test de inteligencia, también conocidos como pruebas de coeficiente intelectual (CI), han sido utilizados durante décadas como una herramienta para medir la capacidad cognitiva de las personas. Sin embargo, existe un debate sobre la confiabilidad y utilidad de estos tests en la actualidad. En este artículo, exploraremos las razones por las cuales los test de inteligencia no son fiables y cómo podrían ser reemplazados por medidas más socialmente responsables.

Índice
  1. La controversia de los test de inteligencia
  2. ¿Cómo se miden los coeficientes intelectuales?
  3. Las limitaciones de los test de inteligencia
  4. Alternativas a los test de inteligencia

La controversia de los test de inteligencia

En los Estados Unidos, los test de inteligencia son utilizados con frecuencia para tomar decisiones relacionadas con la admisión escolar y la salud. Sin embargo, su uso ha sido objeto de controversia debido a su potencial para generar discriminación racial y de clase. Los estudiantes de clase trabajadora a menudo tienen menos oportunidades en el hogar y en la escuela para aprender habilidades que puedan ayudarles a optimizar su rendimiento en los tests.

Un nuevo modelo para la medición de la inteligencia podría involucrar la promoción de personas que toman decisiones que benefician a sus comunidades. En lugar de depender exclusivamente de los resultados de los test de inteligencia, se podría considerar la capacidad de una persona para contribuir de manera positiva a su entorno.

¿Cómo se miden los coeficientes intelectuales?

Los coeficientes intelectuales solían medirse comparando la edad mental de una persona con su edad cronológica. Sin embargo, este sistema ha sido criticado por sus limitaciones y problemas. En la actualidad, los coeficientes intelectuales se calculan en base a percentiles, es decir, cómo una persona se compara con otras en términos de habilidades cognitivas.

La mayoría de los tests de inteligencia tienen subpuntuaciones, que pueden ser para rendimiento verbal, rendimiento matemático u otras habilidades. La puntuación total es un promedio ponderado de las subpuntuaciones. En pruebas como el SAT y el ACT, las subpuntuaciones tienen el mismo peso.

Algunos de los tests de inteligencia más conocidos incluyen el Weschler Adult Intelligence Scale, el Stanford-Binet Intelligence Scale y el Brief Cognitive Status Exam, entre otros. Sin embargo, muchos de estos tests no revelan información detallada sobre su proceso de puntuación debido a cuestiones de copyright.

Las limitaciones de los test de inteligencia

Según el profesor Robert Sternberg de la Universidad de Cornell, los tests de inteligencia actuales son estrechos y deberían ser reemplazados por medidas más socialmente responsables. Estos tests no miden habilidades como el pensamiento creativo, la madurez emocional, la inteligencia emocional, las habilidades musicales o kinestésicas, el pensamiento práctico o el sentido común.

Es posible encontrar personas con un coeficiente intelectual alto que carecen de ideas originales o habilidades de liderazgo. Sternberg argumenta que al basar las decisiones de promoción únicamente en los resultados de los test de inteligencia, se crea una clase de líderes obedientes en lugar de personas con habilidades diversas y creativas.

Además, el uso excesivo de los test de inteligencia puede reforzar jerarquías sociales y generar discriminación racial y de clase. Estos tests suelen correlacionarse fuertemente con el estatus socioeconómico, lo que puede perpetuar la desigualdad y mantener a las personas privilegiadas en posiciones de poder.

Alternativas a los test de inteligencia

En lugar de depender exclusivamente de los test de inteligencia actuales, los psicólogos podrían considerar la creación de medidas más prosociales que promuevan a personas que toman decisiones sabias que benefician al bien común. Estas medidas podrían tener en cuenta habilidades como la empatía, la creatividad, el pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas de manera ética.

Los test de inteligencia no son fiables y tienen limitaciones significativas. Su uso puede generar discriminación y perpetuar desigualdades sociales. Es hora de reconsiderar la forma en que medimos la inteligencia y buscar alternativas más inclusivas y socialmente responsables.

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