La relación entre inteligencia y felicidad: ¿existe un vínculo directo?

Mucha gente cree que las personas poco inteligentes tienden a ser más felices que las demás; como reza la frase popular, “la ignorancia es dicha”. Sin embargo, la investigación científica revela que esto no es realmente así, sino que la felicidad suele asociarse a un mayor cociente intelectual o CI. No obstante, como veremos, esta relación no es directa.

Índice
  1. Definiendo la inteligencia
  2. Felicidad, bienestar y calidad de vida
  3. La relación entre inteligencia y felicidad

Definiendo la inteligencia

La inteligencia podría ser descrita como un conjunto de habilidades que nos permiten aprender de la experiencia, entender ideas complejas, razonar, solucionar problemas y adaptarnos al entorno. No es una cualidad única ni totalmente estable, sino que su valor en un individuo determinado depende de los rasgos que se midan y del momento temporal.

Una definición llamativa de la inteligencia es la operacional, según la cual la forma más adecuada de describir este constructo es como “aquello que es medido por los tests de CI”. Estas pruebas evalúan habilidades como el razonamiento espacial o la velocidad de procesamiento y dan un resultado numérico con una media de 100 y una desviación estándar de 1

No obstante, este tipo de pruebas tienden a dejar de lado otros aspectos de la inteligencia que muchas personas, tanto expertos como legos, consideran igualmente fundamentales. En este sentido destacan especialmente las destrezas de tipo emocional, interpersonal e intrapersonal, que tienen un peso significativo en la felicidad.

Felicidad, bienestar y calidad de vida

La felicidad resulta extremadamente difícil de definir, probablemente incluso más que la inteligencia. Ni siquiera existe acuerdo en torno a si se trata de un estado global o más bien de un tipo de experiencia puntual; es posible que esto se deba a que los factores que determinan la satisfacción personal dependen de cada individuo.

No obstante, sí podemos decir que este término se asocia a las emociones positivas, de la satisfacción a la alegría intensa, así como con el desarrollo personal. En el contexto científico suele preferirse el uso de otros constructos más específicos en sustitución de “felicidad”. Entre estos conceptos alternativos destacan el bienestar y la calidad de vida.

El concepto de bienestar se focaliza particularmente en la salud física y psicológica, si bien cuando se define esta variable en un contexto técnico se suelen incluir también una dimensión social y otra de desarrollo personal dentro del conjunto de rasgos que la conforman.

La calidad de vida puede ser entendida de un modo aún más amplio. En este caso, las facetas adicionales incluyen el nivel educativo, el estatus económico, las relaciones en el hogar y muchas otras características del entorno.

La relación entre inteligencia y felicidad

Según el análisis realizado por el equipo de Ali (2013) con una muestra de 6870 personas de Inglaterra, las personas con un CI bajo o normal-bajo (entre 70 y 99) tienden a ser menos felices que aquellas cuya inteligencia supera la media, es decir, 100. Esta relación está mediada por el nivel de ingresos, la salud física y psicológica y las actividades cotidianas.

A estos resultados los complementan los obtenidos por Kern y Friedman (2008), que llevaron a cabo un estudio longitudinal analizando a unas mil personas desde la infancia. Su investigación encontró una menor felicidad y ajuste social en la edad adulta en los individuos que habían obtenido mayores logros educativos en etapas previas de la vida.

Veenhoven y Choi (2012) extraen una conclusión interesante de su metaanálisis sobre la relación entre inteligencia y felicidad en todo el entorno: un CI nacional elevado se asocia con una mayor satisfacción en las personas que habitan un país determinado. En cambio, no encuentran que la inteligencia influya en la felicidad desde un punto de vista individual.

En este sentido, distintos autores deducen que las personas con un CI bajo tienen una mayor probabilidad de ser infelices como consecuencia de situaciones de desventaja socioeconómica y no directamente a causa de su nivel de inteligencia. Estas condiciones también comportan una disminución de la salud mental y física media.

Por otro lado, investigaciones como la de Bai y Niazi (2014) o la de Aminpoor (2013) encuentran que la inteligencia emocional y la interpersonal influyen positivamente en la satisfacción vital. Las habilidades que se engloban en estos constructos, como la autoconciencia y la autoestima, se asocian fuertemente con aquello que calificamos como “felicidad”.

La relación entre la inteligencia y la felicidad es compleja y multifacética. Si bien existe una tendencia general de que las personas con un mayor CI tienden a ser más felices, esta relación está influenciada por diversos factores como el nivel de ingresos, la salud física y psicológica, y las actividades cotidianas. Además, otros aspectos de la inteligencia, como la inteligencia emocional y la interpersonal, también desempeñan un papel importante en la felicidad.

Tener en cuenta que la felicidad es un concepto subjetivo y personal, y que cada individuo puede encontrar la felicidad de diferentes maneras. Por lo tanto, es fundamental no generalizar y reconocer que la inteligencia no es el único factor que influye en la felicidad de una persona.

la felicidad es inversamente proporcional a la inteligencia - Cuándo aumenta la inteligencia disminuye la felicidad

Cada persona tiene la capacidad de buscar su propia felicidad y encontrar las cosas que realmente le brindan alegría y satisfacción en la vida, independientemente de su nivel de inteligencia.

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