La inteligencia y la emancipación según rancière

Jaques Rancière, reconocido profesor emérito del Departamento de Filosofía Política de la Universidad de París, plantea en su obra el maestro ignorante una perspectiva revolucionaria sobre la inteligencia y la educación. En este texto polémico, Rancière narra la historia de Joseph Jacotot, un maestro que logró enseñar a estudiantes flamencos el idioma francés sin darles ninguna lección. A través de esta historia, el autor desarrolla la tesis de la emancipación intelectual y cuestiona la necesidad de un maestro explicador en el proceso de aprendizaje.

Índice
  1. La paradoja del aprendizaje
  2. La lección del ignorante
  3. La razón de los iguales
  4. La sociedad del menosprecio
  5. Enseñar lo que se ignora

La paradoja del aprendizaje

En el primer capítulo de el maestro ignorante, Rancière plantea una paradoja interesante: los niños aprenden mejor las palabras sin la intervención de un maestro explicador. Los niños aprenden a hablar a través de su propia inteligencia, pero la escuela y la pedagogía rápidamente les hacen creer que solo pueden comprender a través de la explicación de otro. Según Rancière, esto crea una relación de poder y sometimiento entre el maestro y el alumno, limitando la capacidad de aprendizaje autónomo.

Para Rancière, es necesario invertir esta lógica y reconocer que todos los seres humanos tienen igual inteligencia. No se necesita la mediación de un maestro explicador para aprender, solo se necesita reconocerse y reconocer en los demás el mismo poder de aprendizaje. Esta idea desafía el mito pedagógico de dividir al entorno en aquellos con inteligencia superior y aquellos con una inteligencia inferior.

La lección del ignorante

En el segundo capítulo de su obra, Rancière se centra en la idea de que se puede enseñar lo que se ignora. Guiado por la intuición y estableciendo el poder de la igualdad, Rancière plantea que la inteligencia surge cuando cada individuo actúa, cuenta lo que hace y proporciona los medios para comprobar la realidad de su acción. Para lograr la emancipación intelectual, es necesario estar uno mismo emancipado y superar la dependencia de un maestro explicador que anula la inteligencia y las capacidades del alumno.

La razón de los iguales

En la tercera lección, Rancière habla sobre la posibilidad de soñar con una sociedad de emancipados que rechacen la falsa división entre aquellos que saben y aquellos que no poseen la propiedad de la inteligencia. La emancipación intelectual implica superar el menosprecio de uno mismo y de los demás, y reconocer que todas las inteligencias son iguales.

La sociedad del menosprecio

En el cuarto capítulo, Rancière aborda el tema del menosprecio de las inteligencias. Según él, la pereza y el menosprecio de uno mismo llevan a las inteligencias a caer en la pesadez material. Muchas veces, este menosprecio se disfraza de modestia, donde los individuos dicen no puedo para evitar someter su improvisación al juicio de los demás. Rancière argumenta que el menosprecio de uno mismo también es el menosprecio de los demás, y es necesario romper con esta dinámica para lograr la emancipación intelectual.

Enseñar lo que se ignora

En el último capítulo de el maestro ignorante, Rancière insiste en la idea de que se puede enseñar lo que se ignora. Cualquier persona, incluso un padre de familia pobre e ignorante, puede emprender la tarea de instruir a sus hijos. El principio de la instrucción, según Rancière, consiste en aprender algo y relacionarlo con todo lo demás. Bajo este principio, todas las inteligencias son iguales y la emancipación intelectual se convierte en una realidad alcanzable.

Las citas de Rancière sobre la inteligencia y la emancipación intelectual plantean un desafío a los paradigmas tradicionales de la educación. Según Rancière, todos los seres humanos tienen igual inteligencia y pueden aprender de forma autónoma, sin la necesidad de un maestro explicador. La emancipación intelectual implica superar el menosprecio de uno mismo y de los demás, y reconocer que todas las inteligencias son iguales. Esta perspectiva revolucionaria nos invita a repensar la forma en que concebimos la educación y a promover la autonomía y la igualdad en el proceso de aprendizaje.

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