La relación entre cabeza pequeña e inteligencia: ¿existe?

La relación entre el tamaño de la cabeza y la inteligencia ha sido objeto de estudio durante décadas. Numerosos investigadores han intentado establecer si existe una correlación entre el tamaño de la cabeza, el desarrollo del cerebro y la capacidad intelectual. En este artículo, exploraremos la teoría de que una cabeza pequeña puede afectar la inteligencia y cómo se relacionan estos factores.

Índice
  1. La importancia del tamaño de la cabeza
  2. Relación entre cabeza pequeña, desarrollo cerebral e inteligencia
  3. Influencia de la cabeza pequeña en la inteligencia
  4. El impacto de la desnutrición y la pobreza

La importancia del tamaño de la cabeza

Investigaciones previas han revelado que la circunferencia de la cabeza, que es un índice antropométrico del desarrollo cerebral y el estado nutricional, es el indicador físico más relevante asociado al rendimiento escolar y la capacidad intelectual en niños en edad escolar en Chile (Ivanovic, Forno, Castro, & Ivanovic, 2000b; Ivanovic, Ivanovic, Truffello, & Buitrón, 1989; Ivanovic, Olivares, Castro, & Ivanovic, 1996; Toro, Almagià, & Ivanovic, 1998). Aunque una circunferencia de cabeza normal se define como la media más o menos dos desviaciones estándar, esto puede no ser aplicable a la función psicológica o el rendimiento educativo (Ivanovic et al., 2000b). A pesar de que la microcefalia y macrocefalia se consideran indicadores confiables de patología cerebral, los valores de circunferencia de cabeza por debajo de la media se asocian con una mayor incidencia de habilidades intelectuales más bajas. Esto significa que pequeñas diferencias en el tamaño de la cabeza podrían ser importantes en la interrelación entre circunferencia de cabeza, inteligencia y aprendizaje (Ivanovic et al., 2000b, Menkes, 1995).

El poder explicativo de la circunferencia de cabeza sobre la capacidad intelectual y el rendimiento escolar aumenta significativamente desde el comienzo de la escuela primaria hasta el final de la escuela secundaria. En contraste, el poder explicativo del peso corporal y la altura disminuye significativamente (Ivanovic et al., 1996, Ivanovic et al., 2000b). Incluso más, el abandono escolar se correlaciona con la circunferencia de cabeza y no con el peso o la altura; al comienzo de la escuela primaria, el 59% de los niños tenían circunferencias de cabeza subóptimas, porcentaje que disminuyó significativamente al 40% en los graduados de la escuela secundaria (Ivanovic et al., 1996).

Relación entre cabeza pequeña, desarrollo cerebral e inteligencia

Las relaciones entre la circunferencia de cabeza, el desarrollo cerebral y la inteligencia se han estudiado desde la época de Broca y Galton, quienes concluyeron que las variaciones en el tamaño del cerebro (estimado indirectamente mediante la medición de la circunferencia de cabeza) están relacionadas con la inteligencia (Vernon, Wickett, Bazana, & Stelmack, 2000). A lo largo del siglo XX, muchos investigadores intentaron establecer las bases biológicas de la inteligencia humana. Los hallazgos de varios de estos estudios demostraron una correlación positiva y significativa entre la circunferencia de cabeza, el tamaño del cerebro y la inteligencia (Botting, Powls, Cooke, & Marlow, 1998; Desch, Anderson, & Snow, 1990; Dolk, 1991; Ivanovic et al., 2000a, Ivanovic et al., 2000b, Ivanovic et al., 2000d; Nelson & Deutschberger, 1970; Ounsted, Moar, & Scott, 1988; Reiss, Abrams, Singer, Ross, & Denckla, 1996; Rushton, 2000; Strauss & Dietz, 1998; Vernon et al., 2000; Willerman, Schultz, Rutledge, & Bigler, 1991). Incluso en los adultos mayores, se ha encontrado que la circunferencia de cabeza se correlaciona positiva y significativamente con la inteligencia. En este contexto, algunos autores han enfatizado que cabezas o cerebros más grandes pueden proteger a las personas contra el deterioro intelectual (Schofield, Logroscino, Andrews, Albert, & Stern, 1997; Tisserand, Bosma, Van Boxtel, & Jolles, 2001).

Algunos autores han informado de una asociación no significativa entre el tamaño del cerebro y la inteligencia. Muchos de estos estudios proporcionaron evidencia controvertida sobre la relación entre el tamaño del cerebro y la inteligencia, y algunos de ellos, realizados en gemelos monozigóticos o hermanas, no encontraron ninguna asociación entre estas variables (Schoenemann, Budinger, Sarich, & Wang, 2000; Teasdale & Pakkenberg, 1988; Yeo, Turkheimer, Raz, & Bigler, 1987). Sin embargo, hallazgos recientes de otros investigadores, también en gemelos monozigóticos y dizigóticos, encontraron una correlación positiva entre el tamaño del cerebro y la inteligencia (Anderson, 1999, Pennington et al., 2000). Por lo tanto, los factores genéticos y ambientales podrían afectar el desarrollo cerebral, la inteligencia y la circunferencia de cabeza, y además podrían determinar el estado nutricional prenatal y posnatal y el logro educativo (Baker, Treloar, Reynolds, Heath, & Martin, 1996; Casto, DeFries, & Fulker, 1995; Luke, Keith, & Keith, 1997; McGue & Bouchard, 1998; Strauss & Dietz, 1998; Weaver & Christian, 1980).

Influencia de la cabeza pequeña en la inteligencia

Varios estudios han descrito que la circunferencia de cabeza en el primer año de vida puede predecir la inteligencia posterior (Botting et al., 1998; Nelson & Deutschberger, 1970). En este sentido, la interrelación entre la inteligencia y el estado nutricional, reflejada por una disminución de la circunferencia de cabeza, puede verse afectada por el peso al nacer y otras variables (Botting et al., 1998, Ivanovic, 1996; Ivanovic et al., 1989, Ivanovic et al., 1996, Ivanovic et al., 2000a, Ivanovic et al., 2000d; Leiva et al., 2001; Matte, Bresnahan, Begg, & Susser, 2001; Pennington et al., 2000, Reiss et al., 1996, Rushton, 2000, Sorensen et al., 1999; Stathis, O’Callaghan, Harvey, & Rogers, 1999; Stoch, Smythe, Moodie, & Bradshaw, 1982; Toro et al., 1998, Vernon et al., 2000, Willerman et al., 1991). Sin embargo, otros autores encontraron que el crecimiento fetal deficiente no se asociaba con un peor rendimiento cognitivo en la vida adulta; las adaptaciones realizadas por el feto en respuesta a las condiciones que retardan el crecimiento parecen ser en gran medida exitosas en el mantenimiento del desarrollo cerebral (Martyn, Gale, Sayer, & Fall, 1996).

La inteligencia se ha descrito como el mejor predictor del rendimiento escolar (Ivanovic et al., 1989, Ivanovic et al., 2000a, Ivanovic et al., 2000c, Ivanovic et al., 2000d) y se explica significativamente por el coeficiente intelectual materno, el volumen cerebral y el estado nutricional durante el primer año de vida, como hemos informado anteriormente en la muestra evaluada para este estudio (Ivanovic et al., 2002); esto se ha observado independientemente de la edad, el sexo y el estrato socioeconómico (SES). Los resultados de otros estudios realizados por nosotros en niños chilenos en edad escolar para determinar la interrelación entre la capacidad intelectual y factores socioeconómicos, culturales, familiares, exposición a los medios de comunicación, demográficos y educativos mostraron que la escolaridad materna era la variable con mayor poder explicativo en la variación de la capacidad intelectual (Ivanovic, Forno, & Ivanovic, 2001).

El impacto de la desnutrición y la pobreza

El impacto de la desnutrición infantil temprana en la circunferencia de cabeza, el desarrollo cerebral y la inteligencia sigue siendo motivo de controversia debido a que estas variables están influenciadas por factores socioeconómicos y culturales que son co-determinantes de la inteligencia, el estado nutricional y el desarrollo cerebral. Una circunferencia de cabeza por debajo de -2 desviaciones estándar de la media puede ser un indicador de desnutrición grave y refleja con precisión el retraso en el crecimiento cerebral durante el primer año de vida (Winick & Rosso, 1969a). Los efectos a largo plazo de la desnutrición grave a una edad temprana pueden resultar en un crecimiento tardío de la circunferencia de cabeza, retraso en el desarrollo cerebral y disminución de la inteligencia y el rendimiento escolar, variables que están fuertemente interrelacionadas (Grantham-McGregor & Fernald, 1997; Ivanovic, 1996, Ivanovic et al., 2000d, Ivanovic et al., 2002, Leiva et al., 2001, Stoch et al., 1982; Winick & Rosso, 1969a). La desnutrición altera el desarrollo cerebral y la inteligencia en un contexto multifactorial, y la pobreza y la privación exacerban estos efectos negativos, especialmente cuando estos factores persisten a lo largo de la vida del individuo. En estas condiciones, es muy difícil lograr un entorno estable que proporcione estimulación adecuada, y por esta razón el daño cerebral causado por la desnutrición en una edad temprana a menudo no es reversible (Brown & Pollitt, 1996).

Existen evidencias que respaldan la relación entre la circunferencia de cabeza y la inteligencia. Aunque el tamaño de la cabeza no es el único factor determinante de la capacidad intelectual, los estudios indican que las diferencias en el tamaño de la cabeza pueden tener un impacto en el desarrollo cerebral y la capacidad cognitiva. Tener en cuenta que el tamaño de la cabeza no es un factor definitivo para determinar la inteligencia de una persona, ya que también influyen otros factores genéticos, ambientales y socioeconómicos. Sin embargo, estos hallazgos subrayan la importancia de una nutrición adecuada durante la infancia temprana y el acceso a un entorno estimulante para promover un desarrollo cerebral óptimo.

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