Almejas: inteligencia y comportamiento sorprendentes

Las almejas, esos humildes moluscos que parecen inanimados a primera vista, en realidad son mucho más inteligentes de lo que podríamos imaginar. Aunque carecen de un sistema nervioso centralizado y de un cerebro como el nuestro, las almejas poseen un sistema nervioso distribuido a lo largo de su cuerpo en forma de ganglios, que les permite reaccionar y adaptarse a su entorno.

Índice
  1. El sistema nervioso de las almejas
  2. Comportamiento de las almejas
  3. El comportamiento de las almejas frente a diferentes amenazas
  4. El comportamiento de las almejas frente a amenazas visuales

El sistema nervioso de las almejas

El sistema nervioso de las almejas se compone de una serie de ganglios que actúan como centros de control y coordinación de las funciones del cuerpo. Estos ganglios están conectados entre sí a través de neuronas y transmiten señales eléctricas y químicas para comunicarse y responder a estímulos ambientales.

Los estudios han demostrado que las almejas utilizan neurotransmisores como la histamina, la octopamina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA) en su sistema nervioso central y periférico, al igual que los vertebrados. Además, se ha descubierto que las almejas responden a la serotonina y la dopamina, dos neurotransmisores asociados con el estado de ánimo y la motivación en los seres humanos.

Estos sistemas de transmisión nerviosa química son muy antiguos, y se cree que se remontan a los primeros animales con planes corporales complejos en el período cámbrico. Los investigadores están interesados en estudiar estos sistemas nerviosos y hormonales en los moluscos porque pueden proporcionar información sobre la flexibilidad y las limitaciones de estos sistemas en el árbol de la vida animal. Además, comprender estos mecanismos nos permite entender cómo las almejas y otros animales reaccionan a los estímulos del entorno.

Comportamiento de las almejas

Las almejas pasan gran parte de su tiempo y energía alimentándose. Utilizan pequeñas cilias en sus branquias para filtrar partículas de alimento presentes en el agua. Estas cilias capturan las partículas y también actúan como un equipo de remo en miniatura, moviendo el agua a lo largo de la superficie de las branquias. Las almejas necesitan controlar la actividad de estas cilias, y los investigadores han descubierto que pueden regular su velocidad mediante la administración de serotonina y dopamina, que aumentan y disminuyen la actividad de las cilias, respectivamente.

Además de alimentarse, las almejas también dedican mucho esfuerzo a la reproducción. La mayoría de las almejas se reproducen liberando espermatozoides y óvulos al agua para fertilizarse externamente. Para maximizar sus posibilidades de encontrar pareja, las almejas acumulan sus células reproductivas en las gónadas durante varios meses y las liberan en un evento de desove coordinado. Se ha descubierto que este proceso está controlado por la liberación de dopamina y serotonina. Las concentraciones de serotonina varían a lo largo del año, y las almejas la utilizan para regular un ciclo estacional de alimentación en verano y almacenamiento de energía para el invierno. Durante el invierno, cuando hay menos alimento disponible, utilizan esa energía almacenada para desarrollar sus gónadas y asegurar una reproducción exitosa en los meses de primavera, cuando las larvas tienen acceso a suficiente alimento y oxígeno para sobrevivir. De hecho, los acuicultores utilizan inyecciones de serotonina para inducir el desove en almejas cultivadas y asegurarse de tener una cosecha lista en un momento determinado del año.

Las almejas también son muy sensibles a las estaciones del año y a los estímulos a corto plazo. Su actividad de apertura y cierre de las conchas es una de las actividades más reconocibles y representa una respuesta a su entorno. Las almejas cierran sus conchas mediante músculos aductores, y utilizan neuronas para enviar señales a estos músculos. Además, utilizan diferentes ganglios para controlar el movimiento de su pie, que algunas especies de almejas pueden extender para enterrarse en la arena. Aunque las almejas no tienen un cerebro centralizado como el nuestro, su sistema nervioso muestra una especialización en diferentes áreas para controlar diferentes funciones.

Además, las almejas pueden desarrollar una memoria celular que les permite adaptarse y moderar su respuesta a un estímulo particular a lo largo del tiempo. Por ejemplo, las almejas gigantes cierran sus conchas cuando detectan una sombra sobre ellas, como medida de protección ante la depredación. Sin embargo, las almejas en cautiverio que han sido expuestas repetidamente a sombras pueden aprender que no hay necesidad de cerrar sus conchas en respuesta a ese estímulo. Por otro lado, las almejas que han sido tocadas con una jeringa permanecerán cerradas durante más tiempo antes de abrirse y volver a alimentarse. Estos comportamientos sugieren que las almejas pueden distinguir entre diferentes amenazas y adaptar su respuesta en función de la gravedad de la situación.

El comportamiento de las almejas frente a diferentes amenazas

Estudios han demostrado que las almejas gigantes pueden habituarse a diferentes tipos de estímulos estresantes, como sombras de diferentes tamaños o incluso toques directos en sus tejidos blandos. La habituación es un proceso por el cual un organismo reduce su respuesta a un estímulo repetitivo. En el caso de las almejas, se ha observado que, a medida que se exponen repetidamente a un estímulo estresante, como una sombra, abren más rápidamente sus conchas y las mantienen abiertas durante más tiempo. Sin embargo, se ha observado que esta habituación no se transfiere entre diferentes tipos de estímulos estresantes. Por ejemplo, las almejas que se han habituado a una sombra aún reaccionarán fuertemente a otro tipo de estímulo, como tocar sus tejidos blandos. Esto sugiere que las almejas pueden distinguir entre diferentes amenazas y ajustar su respuesta en función de la gravedad de la situación.

Además, se ha observado que las almejas más grandes mantienen sus conchas cerradas durante más tiempo que las más pequeñas cuando se enfrentan a una misma amenaza. Esto se debe a que las almejas más grandes tienen una mayor área de tejido expuesta y, por lo tanto, un mayor riesgo de ser atacadas. Aunque las almejas no toman decisiones conscientes como lo hacemos nosotros, su capacidad para evaluar su propio riesgo y ajustar su respuesta en consecuencia demuestra una neurología sorprendentemente compleja.

El comportamiento de las almejas frente a amenazas visuales

Las almejas también muestran comportamientos más complejos, especialmente las vieiras. Estos moluscos tienen adaptaciones únicas, como ojos simples que les permiten distinguir formas y la capacidad de nadar para escapar de los peligros. Se ha descubierto que las vieiras pueden discernir entre diferentes tipos de depredadores solo con la vista, hasta el punto de que no reconocen inicialmente a una estrella de mar invasora como una amenaza. Cuando nadan, utilizan su visión para navegar hasta lugares donde pueden ocultarse, como los prados de hierbas marinas. Sería muy interesante comparar el comportamiento de las vieiras en áreas marinas protegidas con las que pueden ser recolectadas libremente para determinar si varían su comportamiento en respuesta a diferentes niveles de amenaza.

Aunque las almejas no son consideradas animales especialmente inteligentes, su comportamiento va mucho más allá de simplemente filtrar agua y abrir y cerrar sus conchas. Al igual que nosotros, las almejas habitan en un entorno complejo que requiere una multitud de respuestas. Su sistema nervioso ha evolucionado para permitirles sobrevivir y adoptar comportamientos sutiles que pueden variar según las circunstancias, algo que nosotros, como animales superiores, apenas estamos comenzando a comprender.

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